jueves, 9 de febrero de 2012

UN DIOS APASIONADO: LITERATURA

Era un jardín hermoso, en su interior había gran cantidad de árboles de todo tipo, árboles que el Jardinero había traído de diferentes lados para sembrar ahí y que tuvieran frutos, frutos en abundancia. En una de las esquinas estaba un manzano, a su alrededor varias plantas pequeñas y otros árboles frutales se cobijaban con su sombra, tenía hermosos frutos y la gente se acercaba constantemente a él para tomar de sus frutos los cuales eran dulces, grandes y hermosos.
Sin embargo, la sequía llegó y el manzano estaba acostumbrado a mejores tiempos. El viento sopló trayendo consigo aire caliente y seco y el manzano comenzó a secarse. La gente dejó de acercarse al árbol porque ya no tenía frutos, el manzano estaba triste, asustado porque sus amigos se habían olvidado de él, solo unos pocos se acercaban para tratar de ayudarlo, pero la sequía era muy fuerte.
Una tarde el Jardinero miró al manzano y pensó que la tierra ya no era buena para él, que tal vez no era la adecuada; la sequía era grande y continuaba, necesitaba trasplantarlo a otro jardín y eso fue lo que hizo. Sacó el árbol desde las raíces con mucho cuidado de no dañarlo y lo llevo en su pequeña carreta muchos kilómetros adelante a otro jardín más grande y con mejor clima, un lugar donde pensaba que la sequía no le afectaría.
En ese mismo jardín habitaba un peral, un árbol hermoso pero que a pesar del cuidado del jardinero nunca había tenido frutos. El jardinero pensó que junto al peral era un sitio adecuado para replantar el manzano y así lo hizo. El manzano aun débil miró al peral y pensó que podía ser su compañía en tiempos difíciles en ese enorme jardín donde no conocía a nadie.
Pasó el tiempo y la sequía pasó y en el nuevo hogar del manzano, la lluvia cayó revitalizando las plantas, el peral junto al manzano crecía con mas hojas y ramas y nuestro árbol reverdecía nuevamente y sus hojas aparecían otra vez para dar sombra y cobijo; en ese jardín se forjó algo nuevo y el peral y el manzano crecieron entrelazando sus ramas y ambos daban sombra a los viajeros y todo aquel que necesitaba cobijo. El manzano comenzó a dar frutos nuevamente, frutos aun más grandes y hermosos, pero el jardinero noto algo que pensó que nunca ocurriría, ¡El peral también estaba dando sus primeros frutos! Eso era lo que les faltaba, crecer juntos y estar cuidados por una persona que se preocupara de ellos. Ahora ambos árboles están listos para dar sombra a otras plantas y dar sus frutos después de cada otoño.


                                                                       FIN




En este cuento, la figura del jardinero se asocia a Dios porque es una persona buena que busca el bienestar y el buen crecimiento de sus árboles y plantas; y las figuras de los árboles y en este caso del manzano y del peral, que son los protagonistas de la historia, se asocian a todas las personas que Dios vela y cuida. El jardinero no sólo hace lo necesario para que sus árboles crezcan y lleguen a la madurez, sino que busca el sitio idóneo para cada uno en su gran jardín, que es una metáfora del mundo.

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